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LVD
Juees 26 de
Julio de 2018. N°05.
De la cortesía y otras cosas.
INTRODUCCIÓN
Con mi PC dañada y otros menesteres, me vi alejado unas semanas; hoy con una prestada traigo un nuevo tema.
Recuerdo que en mi época de estudiante de primaria, recibíamos clase de una asignatura llamada "Educación cívica" que incluía el aprender normas de cortesía y protocolo para un buen comportamiento y manejo ciudadano. Allí aprendí, no recuerdo si por enseñanza expresa o por inferencia, que: la cortesía no es una ley, tampoco se decreta; las normas de cortesía son formulas orientadoras cuya práctica ennoblece y valora, califica al individuo, como buena persona, buen ciudadano, buen padre, buen hijo, en términos de consideración y respeto, reciprocidad y autoevaluación. A diferencia de la cortesía, el protocolo contiene normas de comportamiento y conducta, de obligatoria aceptación y establecidas por sectores diversos.
SU PRÁCTICA.
La cortesía es un hábito aprendido desde la niñez por el ejemplo y orientación de los padres. Como se dijo antes, no se decreta, tampoco se exige, ni se pide, pero sí se agradece (también por cortesía); se exige a los niños como parte del aprendizaje. En la cotidianidad se espera que su práctica sea recíproca, es decir, que el receptor de la acción cortés, responda con otra también cortés (p.e. el saludo, buenos días). De cualquier forma, el aprendizaje debería reforzarse en los estudios primarios, ya que la práctica hace al maestro.
LA PÉRDIDA DE VALOR:
La cortesía, como parte de la urbanidad, ha caído en desuso por diversas circunstancias y aspectos, que incluyen: 1) en primer lugar, la pérdida de ese reforzamiento en la educación primaria; 2) la influencia de los medios de comunicación, con la inclusión de costumbres y contenidos de tendencia contraria a la regla de cortesía; 3) el mal ejemplo dado por los padres, ya sea por ignorancia, negligencia o desinterés; 4) la permisividad generalizada de la gente en relación a esta materia; el rechazo y rebeldía de ciertos sectores que se sienten excluidos y marginados por una sociedad elitesca.
CONCLUSIONES:
Para recobrar nuevamente los hábitos de cortesía, es recomendable reimplantar la asignatura relacionada con urbanidad en las instituciones educativas; lograr que los medios aprovechen su influencia ante el público para reorientar positivamente las conductas del público; reeducar a los padres y representantes de los niños y jóvenes, con talleres, charlas e incluso a través de sus representados; lograr que el sector oficial y la población capacitada no permitan influencias negativas que afecten esencialmente la practica de cortesía; y por último lograr la inclusión de los sectores marginados cultural y económicamente, para tratar de desplazar esa resistencia a las practicas de cortesía y buenos hábitos en general.
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